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4 claves para trabajar las emociones conectadas con la alimentación




Hace unos días escribía un resumen de este artículo en mi grupo de Telegram. Más tarde te cuento cómo venirte. Pero ahora me centraré en ampliar la información y ofrecerte algo que, considero, es valioso para mejorar la gestión emocional junto a la comida. Todo empieza y acaba con la alimentación consciente. Estas son algunas recomendaciones:


  1. Reconoce las señales emocionales en la alimentación de tus hijos Observa cómo reaccionan ante la comida en diferentes situaciones. ¿Comen más cuando están felices o ansiosos? ¿Rechazan ciertos alimentos cuando están estresados o cansados? Reconocer estas señales emocionales te ayudará a comprender mejor su relación con la comida. Enséñale también a ellos a identificar sus emociones en torno a la comida. Anímalos a expresar cómo se sienten antes, durante y después de comer. Puedes usar un "termómetro emocional" o simplemente preguntarles cómo se sienten. Esto les ayudará a desarrollar una conciencia emocional en torno a la comida y a comprender cómo las emociones pueden influir en sus hábitos alimenticios. Es una tarea complicada en muchas ocasiones. Tendrás que tener mucha paciencia porque se combinan varias variables: hambre, sueño, emociones, saciedad, gustos e intereses hacia algunos alimentos... Vale la pena investigar y conocer, e invitarle a que también lo haga.

  2. Fomenta un ambiente positivo en la mesa Crea un ambiente tranquilo y relajado durante las comidas. El orden, la limpieza y el equilibrio es fundamental, claro está. Tener solo lo que vamos a comer, sin juguetes, móviles o cosas que no son necesarias. Incluso para controlar las cantidades viene bien dejar el picoteo en la cocina, así solo será eso, un picoteo. A todas nos apetece más comer en una mesa "bonita" Además esto es garantía de salud y de armonía familiar. Pero también tenemos que cuidar la armonía de las personas que se sientan en esa mesa. Evita discutir o presionar a tus hijos para que coman. En su lugar, enfócate en conversaciones alegres y positivas, promoviendo una asociación positiva entre la comida y las emociones. Podéis contaros como ha ido el día, la nueva misión que les ha puesto la seño, anécdotas de cuando erais pequeños como ellos... O podéis aprovechar para hablar de temas que os emocionen, como dar ideas para hacer el fin de semana o contar historias, cuentos...

  3. Crea un espacio seguro para que se expresen sin ser juzgados. Escucha activamente sus preocupaciones y preguntas, y valora sus opiniones. Esto fortalecerá el vínculo emocional entre tú y tus hijos, y les ayudará a sentirse más cómodos compartiendo sus sentimientos sobre la comida. Si te dicen que algo no les gusta, probablemente sea porque no les gusta. Si no les apetece comer o te dicen que quieren la fruta más madura (por ejemplo) es muy probable que lleven razón. Vale, no es tan simple. Pero quizá sí que lo sea. No puedes de forma constante decirle que son "patas que ha sacado ahora" o que te da igual que no le guste, la fruta está así y hay que comérsela. Y que te da igual qué le parezca. Todos merecemos ser, como mínimo, escuchados. Y si luego tu buen criterio de adulta y madre te dice que tienes que "desoir" un poco eso y darle alguna alternativa, hazlo. Está claro que si tiene que tomarse un jarabe sí o sí porque está muy enfermo, tiene que "darte igual" lo que proteste u opine. Se lo tiene que tomar y ya está. Es de las pocas cosas no negociables que veo en este tema. La mayoría sí que lo son. Quizá te cueste un poco de trabajo extra o un ejercicio de empatía y paciencia, pero si quieres puedes hacerlo.

  4. modelo en el manejo de las emociones. Evita usar la comida como recompensa o castigo, y en su lugar, modela el autocontrol y la gratitud hacia la comida. Es demasiado frecuente castigar con verdura y premiar con chocolate. ¿Y no entiendes por qué prefiere la segunda? Está bastante claro, ¿no? Tiene que saber que ambas cosas son maravillosas. Y que tenemos que tomarlas porque amamos nuestro cuerpo y nuestra alma y queremos que esté sana y contenta. Practica la moderación y el equilibrio. Explícales que todos los alimentos pueden formar parte de una dieta saludable cuando se consumen con moderación. Esto les ayudará a evitar asociar ciertos alimentos con emociones negativas, como la culpa o la ansiedad. Y también evitará los atracones en los casos que se puedan dar, o comer demasiado poco en otros. Si habitualmente usamos un plato o unas cantidades, su estómago y sus señales de saciedad se acostumbrarán a eso y es menos probable que surgan estos problemas. Es lo que te decía antes, quizá si dejas una bolsa de patatas en la mesa mientras ves una peli, cuando termine te darás cuenta de que te la has comido toda. Y ni cuenta te has dado. De hecho, seguro que ni la has disfrutado entera. Y seguro que después te va a doler la barriga y te vas a sentir fatal. Si nos pasa a los mayores, imagínate a ellos, que tienen menos desarrollado el autocontrol y las señales de saciedad. Si decides tomarlas, pon un platito de entrante en la mesa, cierra la bolsa y déjala en la cocina, para otro momento. Y obviamente que ese platito sea pequeño, sabiendo que no es la comida principal.

  5.  Celebra los momentos especiales con comida de manera saludable Crea tradiciones familiares en torno a la comida que fomenten la conexión emocional y los recuerdos positivos. Por ejemplo, prepara juntos una comida especial para celebrar cumpleaños o logros, enfocándote en opciones nutritivas y deliciosas. Estos momentos fortalecerán los lazos familiares y promoverán una actitud positiva hacia la comida. Y esto no es contradictorio con lo anterior. Te lo explicaré. Hacer esa receta de celebración o su plato favorito no quiere decir que tenga que ser poco saludable o que eso sea un "premio" Para mí es un regalo comerme un aguacate bien maduro con AOVE y un huevo cocido. Solo por poner un ejemplo. Es algo que de hecho no hago solo en ocasiones especiales y no es mi "premio" por nada. Tampoco es mi castigo comer lentejas. Las como cuando tocan en casa de mi madre aunque no me gusten demasiado, porque decido hacerlo y ya está. Para que nos entendamos, que la comida "rica" o "no rica" no está asociada con algo bueno o malo. Creo que aplicar estas claves prácticas en la vida diaria te ayudará a cultivar una relación saludable entre la alimentación y las emociones en tus hijos, promoviendo su bienestar emocional y físico. Ya sabes que uno de los 3 pilares para mí en la alimentación son las emociones. Si te interesa este tema, te invito a mi canal de Telegram donde cada día comparto una píldora de conocimiento sobre educación, alimentación y psicología. Es gratuito y puedes compartir tus opiniones e ideas con otras madres. Pronto haré una formación de alimentación consciente en niños. Te invito a estar pendiente también de mi web y mis redes sociales. Si estás en el grupo lo sabrás todo la primera y además tendrás ventajas. Aquí tienes el enlace directo y sencillo:


Te mando un abrazo muy fuerte y mucha paciencia.

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