¿Te preocupa que tus hijos rechacen alimentos saludables, coman de forma impulsiva o tengan hábitos que podrían afectarlos a largo plazo? ¡No estás sola! Muchas madres comparten este desafío, y quiero decirte algo importante: no tienes que hacerlo perfecto.
La relación que los niños construyen con la comida en su infancia será clave para su bienestar emocional y físico en el futuro. Partiendo de mi formación y experiencia, te traigo soluciones prácticas y sencillas para que las comidas dejen de ser un campo de batalla y se conviertan en un momento de conexión y aprendizaje.
Beneficios de una relación positiva con la comida
Cuando los niños aprenden a disfrutar la comida sin culpas ni presiones, no solo están más dispuestos a probar cosas nuevas, sino que también desarrollan habilidades como la autorregulación, la atención plena y una autoestima sana.
Además, enseñarles desde pequeños a escuchar su cuerpo y entender sus necesidades reduce el riesgo de desarrollar trastornos alimenticios, sobrepeso o ansiedad frente a los alimentos en el futuro.
Previene el miedo o ansiedad ante los alimentos: Un enfoque positivo elimina la sensación de culpa asociada a ciertos alimentos y reduce la posibilidad de desarrollar miedos innecesarios hacia la comida.
Mejora su relación con el cuerpo. Aprender a escuchar las señales de hambre y saciedad refuerza una percepción más natural y respetuosa del cuerpo, alejándolos de estándares poco realistas.
Fomenta la autorregulación emocional. Al enseñarles a identificar si comen por hambre o por emociones, como aburrimiento o tristeza, los niños desarrollan herramientas para manejar mejor sus sentimientos a lo largo de la vida.
Promueve la curiosidad y la apertura. Cuando los niños no sienten presión o juicios respecto a la comida, están más dispuestos a explorar sabores y culturas diferentes, lo que amplía su horizonte alimenticio y cultural.
Bueno, ahora que ya lo sabes, vamos a lo importante, ¿cómo lo haces? Aquí tienes 7 claves, que como siempre te digo puedes (y debes) ampliar, personalizar y cambiar.
1. No uses la comida como premio o castigo
Frases como "Si comes tus verduras, te doy un helado" pueden parecer inocentes, pero generan asociaciones negativas con ciertos alimentos y refuerzan la idea de que otros son más deseables.
💡 Qué hacer en su lugar:
· Refuerza sus logros con palabras, tiempo de calidad o actividades especiales, no con comida.
· Muestra una actitud neutra hacia todos los alimentos, enseñándoles a disfrutarlos sin etiquetas.
2. Convierte las comidas en un momento de conexión
Es que te lo digo siempre, sé que soy cansina, pero es que es ABSOLUTAMENTE FUNDAMENTAL para este tema. ¿Alguna vez has sentido que tus hijos comen sin siquiera darse cuenta de qué hay en el plato? Esto pasa porque las distracciones como la televisión o los móviles dificultan la atención plena.
💡 Qué hacer:
- Dedica las comidas a conectar: hablen de su día, observen juntos los colores y texturas de los alimentos.
- Hazlo divertido: “¿A qué sabe este alimento? ¿Dulce, salado o ácido?”
3. Sé su ejemplo a seguir
Los niños aprenden imitando lo que ven, más que escuchando lo que decimos. Si ven que disfrutas comiendo alimentos variados y tienes hábitos equilibrados, estarán más inclinados a seguir ese camino.
💡 Qué hacer:
- Comparte tus comidas con ellos y prueba nuevos alimentos juntos.
- Cuida los comentarios sobre tu cuerpo o el de los demás, y evita hablar de "hacer dieta".
4. Escucha sus señales de hambre y saciedad
Tengo que escribir un artículo solo sobre esto… Qué importante…Forzarlos a terminar el plato o negarles comida si tienen hambre puede desconectarlos de las señales naturales de su cuerpo.
💡 Qué hacer:
- Ofrece porciones pequeñas y permite que pidan más si lo necesitan.
- Anímales a escuchar a su cuerpo: “¿Tu barriga te dice que ya está llena o aún tienes hambre?”.
5. Introduce variedad con creatividad
Un plato aburrido puede ser el motivo por el cual tus hijos rechazan ciertos alimentos. A veces, solo hace falta un poco de imaginación.
💡 Qué hacer:
- Involúcralos en la cocina: déjales mezclar, cortar (con supervisión) o servir los alimentos.
- Juega con la presentación: haz formas con los alimentos o crea historias sobre ellos (por ejemplo, “este brócoli es un arbolito mágico”).
6. Habla de los alimentos en positivo
En lugar de prohibir o demonizar ciertos alimentos, ayúdales a entender cómo cada comida los beneficia y a disfrutarla sin culpa.
💡 Qué hacer:
- Di cosas como: “Las zanahorias te dan una vista de súper héroe” o “El pescado te ayuda a pensar más rápido”.
- Enseña equilibrio: no hay alimentos “malos”, pero algunos se comen con menos frecuencia porque no nos dan tanto “combustible”.
7. Sé flexible y evita los extremos
Prohibir alimentos como dulces o snacks solo los hace más deseables. La clave está en el equilibrio, no en la perfección.
💡 Qué hacer:
- Incluye alimentos que les gusten, incluso si no son los más saludables, y enséñales a disfrutarlos sin exceso.
- Por ejemplo: “Hoy comemos pizza casera, y mañana hacemos una ensalada colorida juntos”.
Ayudar a tus hijos a desarrollar una relación positiva con la comida es un proceso, no una meta que se alcanza de la noche a la mañana. Cada pequeño cambio que hagas, cada momento en que priorices la conexión y el aprendizaje, suma en el camino hacia una infancia más sana y feliz.
Recuerda: no se trata de hacerlo todo perfecto, sino de crear hábitos que los acompañen toda la vida.
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