Pues ese menú puedes tomarlo (casi) a diario, si quieres...
La mayor parte de las comidas se hacen en casa y, cuando se tienen niños sobre todo, en compañía. O son lo suficientemente pequeños para no comer solos, o hay que echarles una mano, o, sencillamente, nos apetece compartir ese momento.
Por eso es muy importante cuidar ese momento. Son varias horas cada día, creo que merece la pena.
Pero ahora entro en ese casi que he puesto al principio, por si te ha rechinado. La vida y sus circunstancias no son perfectas, no necesitas que te lo diga yo. Y la utopía de una familia que el 100% de las veces es meramente paz y amor, come bien y está feliz, es eso, una utopía inalcanzable. Contémonos verdad.
Pero, claro, como en todo, es interesante buscar un equilibrio. Y mejorar en la medida que se pueda.
Yo entiendo la alimentación desde tres pilares fundamentales:
1. Salud: está claro que esta parte es la primera. Queremos que nuestros niños, y nosotros mismos, estemos sanos. Queremos evitar los resfriados si es invierno o las gastroenteritis en verano. Queremos que tengan sus defensas preparadas para lo que se venga. Que corran, que salten, que jueguen... llenos de energía. Y nos comemos la cabeza con infinitas corrientes que nos dicen que les demos esto, no les demos aquello, que según el momento del día, las intolerancias... Mil historias. Serán más o menos acertadas, no estoy diciendo que no, pero nos saturan, lógicamente. Queremos tener buenos hábitos y estar sanos, y para ello comemos. Y, para muchas personas, la función de la nutrición acaba ahí: doy nutrientes a mis células. Ya está. Pero... (no siento) decirte... que hay mucho más....
2. Emociones: ya conoces a la mayoría. Y ya sabes que a veces estamos muy tristes, muy enfadados o simplemente muy cansados y no tenemos ganas de comer. O quizá necesitamos comer más, preferiblemente dulce o salado, no nos engañemos. También les pasa a tus niños. Lo notamos cuando se nos cierra el estómago. Nos damos cuenta cuando nos damos atracones viendo o pensando en otra cosa, sin querer. Cuando bebemos alcohol "para evadirnos" y cosas por el estilo. La comida cumple una función emocional. Y esa función no es mala. También suspiramos y cerramos los ojos cuando le damos el primer bocado a nuestro chocolate favorito. También sonreimos cuando brindamos y nos sentimos afortunados y orgullosos de un logro. También nos sentimos llenitas de energía cuando hemos comido bien y tenemos ganas de comernos también el mundo. Se trata de aprender a manejar esas emociones y la relación que tienen con la comida. Porque, lo niegues o no, tenerla, la tienen.
3. Familia: comer en familia (o con amigos o con quién quieras, entiéndeme) puede ser un sueño o una pesadilla. Y esto también lo hemos vivido todas. Comidas y sobremesas en que hablas de tu vida y compartes, aprendes y te sientes privilegiado de tener a esas personitas en tu vida. Y otras en las que el niño me escupe, otro grita y el siguiente solo llora muerto de sueño. La vida misma. Cuidemos también esa relación. Cuidamos a través de la comida cuando damos de comer, hacemos esa infusión al que está pachucho y cocinamos con amor el plato preferido de nuestro niño. Ese momento. Aprovechémoslo para conocernos mejor, para conectar con el resto de personas y disfrutar. Merece la pena aprender un poco la causa de esos arrebatos o las necesidades reales que hay detrás de esas conductas.
No voy a seguir hablando de cosas que ya sabes. Si has llegado hasta aquí es porque detectas estas cosas.
Quizá ha sido porque te sientes comprendida y te reconforta leer más casos así. Si es así, me alegro.
Quizá es porque estás concienciada con la educación de tus hijos pero, aunque no tengas problemas "graves ni evidentes", te interesa. Si es así, me alegro también.
Quizá sí que estás viviendo momentos de tensión y conflictos en tu familia. Y más que leer, quieres una solución. Si es así, lo lamento.
Para cualquier situación, te dejo dos, que hoy estoy generosa, jeje
El nombre de esta maravilla es ALIMENTACIÓN CONSCIENTE. Escucha a tu cuerpo, y conoce los suyos. Enséñales a conocerlos. Aprende a sentir hambre y saciedad. Detecta cuando tus emociones u hormonas necesitan "antojos" Cuida siempre la calma en la mesa. Desconecta de pantallas y distracciones que te alejen del disfrute y del autoconocimiento. Si estás más cansada que hambrienta, duerme. Si tienes mucha hambre después de hacer deporte, o antes, come más. Elige casi siempre alimentos saludables. Cuando estás conectada tu cuerpo te los pide solos. Y cuando te pida otros, estés celebrando o te dé la gana, tómate ese vino o cómete esas patatas fritas. Disfrútalas y no pienses demasiado.
La ÚLTIMA posible SOLUCIÓN que te traigo, si quieres hablar más detenidamente de todo esto, profundizar en algún punto, trabajar esa conciencia, relaciones familiares... es mi taller "SONRISAS A LA CARTA", tienes toda la información en el apartado de servicios con el mismo nombre, también te dejo aquí el enlace directo. Es cortito pero incluye, así en resumen, contenido teórico en formato vídeo y un ebook, grupo de Telegram para compartir con la comunidad y resolución de dudas personalmente. SOLO HASTA EL 31 DE ENERO, si lo compras, te llevas una ASESORÍA INDIVIDUAL (que cuesta 60 euros) conmigo, GRATIS. Y todo esto, por mucho menos de lo que te cuesta una comida familiar en cualquier restaurante. Si te vienes te veo ahí, encantada. Será un regalazo, asegurado.
Me voy a merendar fresas con kefir y crema de cacahuete en casa de mi madre (que es generosa en este último punto jeje) A disfrutar conscientemente de lo que me apetece y me hace bien.
Os abrazo muy fuerte.
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